El cementerio de “La niña muerta”
Este es el cementerio en el que me inspiré para escribir “La niña muerta”. Se llama Santa Isabel y está muy cerca de mi casa. Desde pequeño me pareció un lugar mágico, algo tenebroso quizá, pero todos los buenos lugares mágicos tienen que tener una parte oscura. Una de las cosas que más me atraen de este lugar es que, a pesar de estar en medio de la ciudad, uno se siente lejos de todo cuando pasea por él. Todo se borra y se diluye. Es otro mundo. Tiempo lento, melancolía y esas cosas.
Unos meses después de escribir “La niña muerta” paseando por la calle junto al cementerio vi dos grandes pares de alas blancas más allá del muro. Unas sobre un ciprés y las otras en lo alto de uno de los mausoleos. No eran ángeles, por supuesto, eran cigüeñas, pero por un momento me dejé engañar.
Más fotos en Vademécum
2 Comments:
Mola. Jamás me lo hubiera imaginado así.
Un motivo más para releer el cuento.
Abrazotes grandes. :-)))
Los cementerios, sobre todo esos en que se combina la vegetación con las lápidas y panteones, tienen un no-sé-qué que los hace muy atractivos. No obstante pocos los aprecian, pues vivimos en una cultura en la que cualquier insinuación por ligera que sea sobre la muerte, produce una alergia incontenible.
Publicar un comentario
<< Home